Terapia para
la depresión
¿Qué es la depresión?
A veces parece que no nos ponemos de acuerdo en definir la depresión ¿Es un trastorno? ¿Es estar triste? ¿Si a veces estoy feliz es depresión? ¿Es ser negativo?
La realidad es que existe una gran variedad de sintomatología que abarca diferentes niveles de gravedad y que tiene un factor en común: estado de ánimo bajo o pérdida de interés.
Este estado de ánimo bajo hace que se presenten muy frecuentemente pensamientos negativos que hacen la vida cuesta arriba.
Además suele verse asociado a una intensa tristeza, pérdida de autoestima, cansancio constante, indiferencia o rechazo y sentimientos de culpa.
La depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.
¿Por qué tengo depresión?
«mi vida es una mierda»
«no sirvo para nada»
«todo es por mi culpa»
«nunca saldré de esta»
«todo me sale mal»
«no puedo»
«nadie me quiere»
«ya me da igual todo»
«soy un fracaso»
«perdedora»
«soy un asco»
«nada vale la pena»
Si simplificamos la depresión a un estado profundo de tristeza, nos damos cuenta que, por muy extrema que se manifieste estamos hablando de una emoción, por lo que se comporta como todas las demás.
Una emoción es un mensaje corporal de que algo no va bien. Hay una serie de experiencias internas, traumas o recuerdos que la persona necesita elaborar para avanzar.
Una vez analizamos esto y llegamos a comprender el origen de la emoción, entonces podemos cuestionarla, trabajarla, aceptarla y en última instancia dejarla ir y cambiarla por otra más sana.
La depresión no es fácil de sentir, no es fácil de llevar y desde luego puede volverse muy cuesta arriba.
Es muy posible que si tienes depresión estés leyendo estas líneas sin saber si sacarás fuerzas suficientes para verme, y no te culpo. Pero sí te aseguro que si consigues hacer el esfuerzo yo estaré al otro lado encantado de acompañarte en tu proceso y caminar contigo hasta ayudarte a sentirte mejor. Es el ofrecimiento más realista y más sincero que puedo hacerte.
¿Por qué es importante apoyarme en un profesional?
No sé por qué pero cuando nos duele un diente tenemos claro que debemos ir a un dentista, igual que si se nos ha estropeado el ordenador acudimos a un informático. Es casi inevitable. De hecho, parecería ridículo que sin ser dentistas o informáticos intentáramos por nosotros mismos solucionar el problema. Probablemente (o al menos en mi caso), acabaría con un dolor de muelas mayor del que tenía y mi ordenador inservible.
Esta lógica también debería aplicarse en este caso: No nacemos sabiendo manejar la depresión. Y es normal necesitar que un profesional nos enseñe.
El problema es que toda la vida nos invitan a autogestionarnos. A saber controlarnos y mantenernos estables. Pero si te das cuenta, ¡no nos han enseñado a hacer eso en ningún momento!
En mi cabeza suena tan absurdo como si alguien esperara que yo supiera arreglar mi ordenador sin tocar un libro de informática… Ni lo intento, y si lo intentara me frustraría y perdería mucho tiempo en vano antes de llamar a un profesional. Incluso puede que rompiera aun más mi ordenador.
Tu ordenador es la mente que viene sin instrucciones desde que naciste. Es totalmente normal contar con alguien que ya sabe cómo funciona y puede ponerte las cosas mucho más fáciles y agradables.
Recuerda...
✔ Iniciar un proceso de terapia te ayudará a aumentar tu bienestar, enfrentar los problemas de tu vida y adquirir habilidades y estrategias para sentirte mejor.
✔ No hace falta llegar al extremo de malestar y desesperanza para pedir ayuda.
✔ No nacemos con un manual de instrucciones de nuestra mente. Necesitamos aprender cómo manejarla.
✔ Recuerda... ¡Pedir ayuda es de valientes!