Los celos son sentimientos de envidia y resentimiento hacia otra persona que se supone obligada a prestarnos atención y no lo hace. Constituyen una reacción emotiva próxima a la ansiedad.
En la familia, la rivalidad entre los hermanos por conseguir el afecto y la atención de los padres suele ser el principal y primer motivo de celos.
Las fuentes de este sentimiento pueden ser reales (particularmente cuando los padres establecen comparaciones diferenciadoras entre sus hijos, que comportan una agravio comparativo para uno de ellos) o imaginarias (cuando el niño atribuye o malinterpreta la valía y/o intención de sus padres, hermanos o compañeros).
Los celos son un estadio relativamente normal que hay que superar y no tienen importancia sin son circunstanciales y pasajeros, pero hemos de prestarles atención cuando alteren la convivencia y el desarrollo normal del niño o sean persistentes y no remitan pasados los cinco años de edad. Si se perpetúan pueden conducir a un desarrollo anómalo de la personalidad, apareciendo síntomas muy diversos, como agresividad incontrolada, manifiesta inseguridad, regresión y desajuste en las relaciones interpersonales (desconfianza, terquedad y envidia).
Ante la presencia de celos infantiles es importante destacar las siguientes pautas en relación a lo que no se debe hacer:
No hay que mostrar desinterés por el bebé, ni esconderse para hacerle carantoñas, ni decir que no queremos al bebé.
No hay que reñir siempre al más mayor con el argumento de que al tener más edad debe afrontar las situaciones con más lógica y conocimiento.
No hay que dar más responsabilidades de las que a su edad son normales porque no es buen que crezca antes de tiempo.
No gritar, reñir ni pegar al niño. Lo más importante es entenderlo y explicárselo con sus palabras para que entienda que es lo que está sucediendo.
Hay que permitir la exteriorización de sentimientos porque si no surgen sentimientos de culpa.
Cuidado con reforzar las conductas de los celos. No dar regalos porque sea el cumpleaños del hermano, ni ponernos de su parte para que se sienta mejor.
No juntar la crisis de la llegada del hermano con otros cambios importantes como ir a la guarde, cambiarse de domicilio o de cuidadora.
No debemos castigar por decir que odia a su hermano. Forzarles a querer puede ser contraproducente ya que se les obliga a sentir lo que no sienten.
Evitar las comparaciones, tanto las positivas como las negativas. No comparar, sino describir el comportamiento adecuado de cada hijo.
No etiquetar, porque aprenderán a comportarse como esperan sus padres de él y se compararán con sus hermanos.
Por otro lado, sería conveniente marcar pautas de acción ante los celos infantiles:
Hay que dejar tiempo para adaptarse progresivamente, y que cada miembro de la familia se dé cuenta de que el cariño se puede repartir.
Hay que dedicar tiempo a los dos niños e ir exponiendo al mayor a los mimos del pequeño.
Reforzar al niño cuando cuide a su hermano y colabore con nosotros. Alabar, besar y dar pequeños premios por lo bien que se comporta.
Hacerle sentir Importante.
Si le cuesta ver cómo mama el bebé, progresivamente hemos de exponer al niño por lo que en algunos casos será necesario dar de mamar en otra habitación. Así y poco a poco se irá acostumbrando.
Es bueno regalar un muñeco para dar de mamar, vestir... imitando lo que hacen los papás.
Al acostar al bebé, dedicar la atención al mayor. Un buen momento es antes dé dormir, en el baño o paseando a solas.
En algunas ocasiones y si vemos que el niño lo está pasando muy mal, se le puede decir a las visitas que no exterioricen demasiado su agrado por el bebé.
Hacer ver al niño las ventajas que tiene ser el mayor. Hablar de las que se tiene también si se es pequeño.
Fomentar las redes del hermano mayor, con los compañeros del tole, la familia y realizar actividades que al niño le agraden.
Hay que dejar que el niño exprese lo que siente, sus sentimientos.
Hay que poner limites cuando le pega. Decir que ese comportamiento no lo aceptamos, que queremos que se porte de otra manera. Dar alternativas para expresar su ira, como dibujar, pegar muñecos, gritar, juegos de lucha. Poco a poco, la agresividad irá disminuyendo.
Admitir en vez de rechazar, los sentimientos negativos hacia el hermano.
Centrarse en las necesidades de cada niño. No es necesario dar todo lo que quieren igual, si no que se debe hacer sentir a cada uno especial. Dar tiempo en función de sus necesidades y quererlos distinto porque son diferentes.
Buscar tiempo para estar los dos padres con los dos hijos realizando actividades comunes. Dedicar tiempo separado a cada niño.
Los celos, sentimientos normales cuando se tiene miedo a perder las figuras de apego, su afecto, su atención y su interés, tienden a ir despareciendo cuando el niño se da cuenta que lo que teme no ocurre y que realmente el hermano no le quita a sus padres, sino que, sólo los comparte y que le siguen que riendo igual. Hay que tener paciencia, esperar unos meses y seguir expresando el amor por todos los hijos para que sepan que se les quiere de todas las maneras y pese a todo.
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