Ciertas circunstancias han de concurrir para que se adquiera el hábito de fumar:
Algún tipo de incitador a que se pruebe por primera vez un cigarrillo.
Respuesta de aproximación al producto o contacto con el primer cigarrillo.
Algún efecto o motivo que compense las reacciones adversas de los primeros consumos de cigarrillos.
Nuevas aproximaciones dependiendo de la sensibilidad diferencial a las contingencias sociales o extrínsecas y a las internas provenientes de los efectos de la inhalación del humo, del sabor y olor del tabaco, etc. y que continuarán provocando cambios de naturaleza aversiva por cierto tiempo.
Algunos datos interesantes que quizás no sabías:
La mayoría de los fumadores comienza entre los 13 y los 18 años.
Las mujeres empiezan más tardíamente.
El 90% que se llegan a fumar hasta cuatro cigarrillos se convierten en fumadores regulares.
Desde los años 80 el consumo del tabaco ha disminuido, pero no así en mujeres.
El 50.9% de las personas afirma no haber fumado nunca.
Tan solo el consumo de alcohol es más frecuente que el de tabaco.
Situaciones facilitadores o de alto riesgo:
Presión social de los iguales.
Imitación de modelos sociales. Fuerte correlación entre padres e hijos fumadores.
Rebeldía hacia los adultos.
Deseo de exponerse a riesgos y aventuras. Medios de comunicación asocian tabaco a éxito, diversión...
Deseo de independencia.
Además, el tabaco cumple dos funciones:
Facilita los primeros contactos.
Controla que los primeros contactos con la sustancia no sean tan aversivos.
Factores de consolidación:
Acción adictiva de la nicotina.
Disminución de lo aversivo de la sustancia.
Continúan influyendo los controles anteriores facilitadores (presión social...)
Mantenimiento:
Los fumadores crónicos mantienen un nivel constante de nicotina en sangre, cambiando ciertos parámetros de su conducta de fumar para lograr dicho equilibrio.
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